Hace muchas muchas lunas llenas, vivía un viejo sabio que atraía a poderosos y gobernantes de todo el mundo para conocerle y pedirle consejo. Un día decidió retirarse y descansar en un lugar para todos desconocido.
Atardecía en su reposo, cuando un joven le sorprendio:
_Buenas tardes , maestro.
-¿Maestro? refunfuñó.
-He venido a buscarle porque quiero aprender a ser sabio. Quiero conocer su secretos.
-¿Cómo me has encontrado?¿Te guió la luna nueva?
-No señor, si caminé de día, me guiaba la intuición y de noche seguía la luz de alguna luciérnaga que me iluminaba el el camino.
Complacido con la respuesta, el anciano, le condujo por un laberinto hasta un campo lleno de luciérnagas y le enseñó a encenderlas.
-¿Esto es todo, preguntó el muchacho?
-Todo no, lo más importante.
Nota de la autora: Lo que acabo de narrar es rigurosamente cierto.
